En muchos libros didácticos y de entretenimiento de los niños y jóvenes del siglo XX se evidenciaba una intervención administrativa y política cuyo estudio muestra cómo los desarrollos legales y normativos privilegiaban y encauzaban hacia ciertos saberes y valores, mientras otros quedaban relegados. Hoy también se detectan, no solo en los contenidos sino en la forma de presentarlos, ciertos sesgos hacia imaginarios colectivos preponderantes. Estos a menudo reflejan los intereses y las perspectivas de los sectores más dominantes de la sociedad en cada momento histórico y estigmatizan o invisibilizan los de los más vulnerables, que quedan alienados de su realidad o en conflicto con su identidad. Esto es clave para, siempre desde una perspectiva histórica, entender los ejercicios del poder a través de la hegemonía académica y cultural y el impacto de las lecturas escolares en la prevención contra la transmisión de ideologías o cosmovisiones excluyentes o discriminatorias a nuestras jóvenes generaciones.
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