Literatura de quiosco y juegos

Begoña Regueiro y Pilar García Carcedo - Universidad Complutense de Madrid

Vamos a recorrer juntos las principales publicaciones periódicas (revistas, tebeos y cómics) que han acompañado en la infancia y en la juventud al menos a tres generaciones de españoles: a nuestros abuelos, a nuestros padres y a nosotros mismos.

Desde principios del siglo XX, las revistas infantiles ocupan un lugar muy importante en la promoción de la lectura en España. La variedad de sus planteamientos busca fidelizar al público con múltiples secciones que incluyen divulgación científica, historias, aleluyas, propuestas de manualidades, obras de teatro, concursos, secciones recreativas e, incluso, colaboraciones infantiles. Por otro lado, su carácter efímero permite que los autores experimenten de una manera que no harían en otros formatos. De acuerdo con esto, las revistas que aparecen a principios del siglo XX recogen los rasgos de modernidad propios de la literatura infantil, como tratamientos humorísticos, exploración de las posibilidades creativas de la fantasía, incorporación de formas innovadoras como el cómic etc. y trasladan las vanguardias niño lector.

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Portadas de la revista Pinocho

Asimismo, en ellas colaboran autores de la talla de Bartollozzi, Manuel Abril, Antoniorrobles, máximos representantes de la modernización de las ilustraciones y la exploración de lo absurdo en la literatura infantil, o Magda Donato, pionera en ofrecer imágenes de mujer moderna en la LIJ. La presencia de estos autores deja patente la importancia que se otorga a la figura del niño y la relevancia que adquieren las publicaciones periódicas en el momento.

Una de las revistas más representativas es la revista Pinocho, que aparece por primera vez el 22 de febrero de 1925, de la mano de la editorial de Saturnino Calleja y con Salvador Bartolozzi como director. El semanario, que anuncia su aparición cada domingo, comienza saludando a “todos los niños que hablan español y a todos los periódicos que se imprimen en español” y consta de varias secciones, algunas de ellas a pleno color, entre las que se incluyen cuentos, curiosidades, chistes, viñetas variadas, secciones de divulgación científica, historias de animales, aleluyas, la interesante sección de Pirula,  obras de teatro, concursos, una sección recreativa y una parte de colaboración infantil. El Semanario siguió publicándose hasta 1931, pero, evidentemente, reflejó los cambios acaecidos en la editorial durante estos años, como los cambios de dirección y criterios editoriales.

Varios pósters pegados en una pared

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La imagen de la izquierda muestra la sección “Cómo pasan el rato Currinche y D. Turulato”; la imagen central muestra la sección de colaboración infantil y la imagen de la derecha muestra la sección de divulgación científica, todas de la revista Pinocho.

Imagen de la pantalla de un periódico

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La imagen de la izquierda muestra una colaboración de Magda Donato en la sección de teatro; la imagen de la derecha muestra una colaboración de Manuel Abril en la sección “Cuentos de Calleja”, ambos de la revista Pinocho.

Entre las revistas de mayor difusión, se ha seleccionado también alguna para adultos que contenía secciones aptas para los niños, como es el caso de Blanco y negro. Una revista ilustrada de variedades muy difundida que duró más de cien años, desde 1891 hasta el año 2000. Tenía muchas secciones con chistes o juegos, y, finalmente, incluía el suplemento infantil titulado “Gente Menuda”.

Un dibujo de una persona

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Blanco y Negro, nº 1584, septiembre de 1921

En esta sección, se pueden contemplar también algunos de los tebeos y cómics más representativos de los últimos cien años, por orden cronológico. Empezando por El hombre enmascarado (o el Fantasma), que fue el primer héroe en vestir el traje de mallas ceñido y la máscara o antifaz, que luego llevarían la mayoría de los héroes. La serie comenzó con una tira diaria de periódico en 1936 y sigue publicándose en 2022. «El hombre que no puede morir” es uno de los apodos del protagonista que lucha contra las fuerzas del mal, de manera que el mito de su inmortalidad se corresponde con la longevidad de la revista juvenil.

Entre los cómics para lectores jóvenes, por lo tanto, se han recogido también los de procedencia americana que se difundían en España, como el mencionado Enmascarado (The Phantom) o como Flash Gordon, que optan por los héroes invencibles que realizan hazañas inhumanas. Los más autóctonos españoles, sin embargo, no presentan como protagonistas héroes, sino más bien antihéroes realistas y ridículos como Mortadelo y Filemón o Pepe Gotera y Otilio. Chapuzas a domicilio. Ambos eran creaciones del gran Francisco Ibáñez, al que también queremos rendir un homenaje póstumo con estas líneas. Sus cómicos personajes se equivocan continuamente, son chapuceros y sufren tremendos golpes, sin que las consecuencias de los mismos duren más de una o dos viñetas. Precisamente por todo ese descarnado realismo, el público español quedó enganchado a su sentido del humor durante más de medio siglo.

Otra de sus mejores innovaciones fue la Rue del Percebe 13, editada por primera vez en 1961 en la revista Tío Vivo, que muy pronto adquiriría una enorme popularidad por su estructura novedosa. Representaba un edificio de pisos con una serie de personajes peculiares y liantes en cada uno de los pisos: en el ático un evasor de impuestos, en el último piso un ladrón y una familia numerosa con niños insufribles, en la siguiente planta una viejecita rodeada de animales y un científico loco que crea monstruos… hasta llegar a la planta baja con un tendero que trata de estafar a sus clientes. Picaresca española al fin y al cabo, de la mano de un autor inmejorable como Ibáñez.

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Rue del Percebe nº 13, popular creación de Francisco Ibáñez

Finalmente se incluye la imagen de una de las primeras colecciones españolas de cromos coleccionables. Se trata de los maravillosos 120 cromos quijotescos, ilustrados por J. Pahissa y publicados por Chocolates Amatller a partir de 1898. Esta colección tuvo un éxito increíble, ya que se editaron unos 14 millones de cromos. La historia de los cromos comenzó en nuestro país a principios del siglo XX, casi siempre de la mano de productos de alimentación que pretendían fidelizar a su público. Fue en los años 70 cuando alcanzaron su mayor apogeo, con cromos de todo tipo que los niños y niñas intercambiaban en las escuelas y, a veces, constituían sus primeras lecturas, e incluso su principal motivación para aprender a leer.

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120 Cromos coleccionables del Quijote, ilustraciones Pahissa

Para saber más

García Padrino, J. (1992). Libros y literatura para niños en la España contemporánea. Madrid, Fundación GSR/Pirámide.

García Padrino, J. (2002). El «Pinocho, de Salvador Bartolozzi: un caso particular de intertextualidad en Didáctica (Lengua y Literatura), 14, 129-143.

Regueiro Salgado, B. (2016). “Magda Donato en Pinocho (1925): reflejos de la mujer moderna en la literatura infantil”. En Miradas de progreso: reflejos de la modernidad en la otra Edad de plata (1898-1936). Ediciones Clásicas, 277-295.

Villarruel, M.C. (2011). “El diseño de revistas para los niños, exponente de su evolución en el entorno social”, Revistas versus magazines, 65-74.

Enlaces de interés

Versión en línea de la revista Pinocho: http://www.memoriademadrid.es/buscador.php?accion=VerFicha&id=20812”.