Lecturas infantiles y escolares del Quijote

María Victoria Sotomayor Sáez - Universidad Autónoma de Madrid

Hace más de siglo y medio las clases ilustradas de nuestro país se plantearon la necesidad de una educación literaria para los más jóvenes. El conocimiento de los clásicos debía formar parte de esa educación: entre ellos, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, obra literaria, mito nacional, clásico universal. Desde mediados del siglo XIX hasta hoy han sido muchos los intentos de acercar esta obra a niños y jóvenes, pese a la dificultad que entraña tal empresa.

La primera adaptación para niños de la obra cervantina, obra del intelectual krausista Fernando de Castro, data de 1856. Se trata de El Quijote de los niños y para el pueblo, abreviado por un entusiasta de su autor, Miguel de Cervantes Saavedra. A partir de esta se han sucedido ediciones adaptadas para uso infantil, con muy diversas formas y propósitos, a lo largo del XIX y del XX hasta llegar a nuestros días.

En torno a 1905: ediciones escolares

Uno de los más entusiastas editores del Quijote fue Saturnino Calleja, que ya desde los primeros años del siglo XX contaba en su catálogo con varias ediciones. En 1905, con ocasión del tercer centenario de la obra de Cervantes, publicó una edición para escuelas que se reeditará continuamente durante más de cuarenta años. Esta edición formaba parte de un método para la enseñanza de la lectura: El pensamiento infantil. Método de lectura conforme con la inteligencia de los niños. Constaba de ocho volúmenes, el primero de los cuales era Instruir deleitando y el último el Quijote, perfecto colofón de un aprendizaje integral.

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Portada y cubierta de la edición escolar del Quijote, ilustrada con grabados de Manuel Ángel

Estas son las once ediciones del Quijote de la editorial Calleja. La escolar es la número 10:

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Junto a Calleja, otros editores publicaron adaptaciones escolares de la obra cervantina: Hernando, Eduardo de Vicenti, Araluce, Sopena, etc., y se ensayaron algunas disposiciones legislativas que aconsejaban su lectura en las aulas, todo ello favorecido por el estímulo del tercer centenario.

A partir de 1920. Adaptaciones escolares y lecturas infantiles del Quijote

En 1920 se declaró obligatoria la lectura del Quijote en las escuelas en virtud de un Real Decreto firmado por el entonces ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes Natalio Rivas. Este hecho avivó la polémica sobre la conveniencia o no de la lectura escolar del Quijote y estimuló la aparición de ediciones adaptadas de muy distinto signo.

Respecto a las ediciones, cabe destacar algunos cambios. Si desde las primeras aparecidas en el XIX se había perpetuado un modelo consistente en una adaptación-compendio con apariencia de texto completo, todo lo más con algunos grabados e ilustraciones, los nuevos planteamientos pedagógicos que impulsó la República, y los debates, reflexiones e iniciativas novedosas que tuvieron lugar en torno a la educación se dejaron notar en las ediciones escolares del Quijote, que por primera vez en 1931 aparecieron acompañadas de ejercicios y prácticas que apoyaran su lectura. La editorial FTD, luego Luis Vives, fue la responsable de la primera edición de estas características, a partir de una selección de fragmentos sobre el texto original. Las ilustraciones no sólo representaban escenas de la historia en la forma habitual, sino que ilustraban, mediante pequeños dibujos, objetos, animales, plantas, prendas de vestir, etc. mencionados en el texto y que pudieran ser de difícil comprensión. Otras ediciones como la de la editorial Rosales (1933) o la de Hijos de Santiago Rodríguez, ya en 1936, siguieron esta misma línea y la mantendrán sin alteración alguna en numerosas reediciones que llegan hasta los años setenta.

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  Izquierda: Editorial  1932 y Derecha: Hijos de Santiago Rodríguez, 1938

Por otra parte, el gran desarrollo de la literatura infantil en esta época, así como la creciente valoración de la lectura recreativa de libros adecuados, en los que adquieren importancia los nuevos formatos, las ilustraciones y los contenidos fantásticos, humorísticos y lúdicos, impulsan algunas adaptaciones del Quijote profusamente ilustradas, con selección de episodios, modificación parcial del lenguaje y elección de formatos, cubiertas y títulos distintos a los habituales en los libros escolares. Así son Las famosas aventuras de don Quijote, (Sopena, 1928), Sancho Panza gobernador (Juventud, 1920), la selección de Historias de don Quijote (Hijos de Santiago Rodríguez, 1923) o la historia en aleluyas titulada “Lleva a cabo mil locuras / DON QUIJOTE DE LA MANCHA / en extrañas aventuras”, de la revista infantil Aleluyas de Pulgarcito, (11 de mayo de 1935). Todas acentúan el tono aventurero, imaginativo y humorístico de la historia quijotesca para hacerla atractiva al lector infantil.     

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       Izquierda:  Editorial Sopena. 1934 y Derecha:  Editorial Juventud, 1935. Colección Grandes cuentos ilustrados

A partir de 1939. El Quijote durante el franquismo

A partir de 1939, con el final de la guerra civil, comienza la larga dictadura franquista. Un tiempo marcado por la censura, el dirigismo ideológico nacionalcatólico y el control férreo de todos los productos literarios, educativos y culturales. La relación del Quijote con los niños en este periodo fluctúa entre el uso ejemplarizante y patriótico de la primera década, la mortecina vida escolar y literaria de la segunda y el intento de renovación en lo literario y reubicación en lo escolar de los años 60.

En los años 40, el uso del Quijote en la escuela pretendía forjar el espíritu patriótico, moral y humanístico de las nuevas generaciones, tal como postulaban los principios educativos de la “nueva España”. Las obras de lectura recreativa que tomaron a don Quijote como punto de partida o pretexto eran narraciones de claro propósito adoctrinador. Así son, por ejemplo, Flechín y Pelayín de don Quijote y Sancho Panza, de Aguilar de Serra (Cádiz, 1940) o Garbancito de la Mancha, cuento de Julián Pemartín con dibujos de Arturo Moreno, publicado en 1943 y llevado al cine en forma de dibujos animados, siendo la primera película de esta naturaleza rodada en España.

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Flechín y Pelayín. Ediciones patrióticas, Cádiz, 1940. Cubierta y portada del número 6

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Editorial Calleja. 1945. Cubierta y detalle de página 45

El tránsito por el medio siglo no deparó al héroe manchego más que una lánguida vida escolar, en la que no se aprecia interés alguno por acercar la obra cervantina a los niños. La pobreza de las ediciones y la ausencia de cambios en ellas es el síntoma más claro de la inercia pedagógica y editorial dominante.

En los años 60 se sustituyó el libro de texto único, la enciclopedia, por manuales diversificados para las distintas materias y cursos. Las lecturas escolares que complementaban la enciclopedia se reorganizaron y cambiaron de función. El Quijote, nuestro clásico por excelencia, ya no será considerado libro de lectura ni modelo de lengua o de valores patrios, sino parte de nuestra historia literaria. Así, mientras el Quijote como lectura escolar desaparece o se reubica, crece como lectura infantil fuera de la escuela. Entre las interesantes aportaciones de estos años se encuentra la obra de Miguel Buñuel Rocinante de la Mancha (1963), reescritura de la obra cervantina desde la inédita perspectiva de Rocinante.

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Izquierda: Editora Nacional, 1963. Ilustaciones de Lorenzo Goñi y Derecha: Rocinante leyendo el libro. "Amadis Unicornia"

Desde 1970. Quijotes para enseñar, Quijotes para leer

A partir de 1970, con la promulgación de la Ley General de Educación y el boom internacional de la literatura infantil se dibujan dos caminos divergentes para la obra cervantina: Quijotes para enseñar/Quijotes para leer; Quijotes en la escuela/Quijotes en la biblioteca, la familia y otros espacios de lectura; el Quijote, obra literaria/don Quijote, mito universal.

A esta dicotomía responden las ediciones del último cuarto del siglo XX: de una parte, ediciones íntegras o antologías y selecciones de textos para uso escolar, acompañadas de introducciones, notas explicativas, actividades de comprensión y propuestas creativas, y en las cuales el respeto al texto es esencial; de otra, ediciones infantiles no escolares donde prevalece la imagen como el gran soporte para una historia construida con palabras. Aparecieron numerosas adaptaciones ilustradas de cuidada presentación y versiones que aprovechaban los medios audiovisuales e interactivos: cómics, juegos educativos, dibujos animados (tanto en video como en DVD) y, por último, el CDROM y los juegos de ordenador. Ediciones que sólo pretendían acercar a los niños la figura de don Quijote y su historia, en una aproximación lúdica y visual o con la intervención en ella mediante el juego, el gran instrumento didáctico de nuestro tiempo. Para ello, potenciaban el peso de la imagen y la intervención del lector en la reconstrucción de la historia quijotesca como una historia posible y atractiva fuera del ámbito escolar.                                                            

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     Izquierda: Adaptación de Mauro Armiño.Ilustraciones de Pérez Fabo. Sopena, 1972  y Derecha:  Cómic de Antonio Albarrán y    Antonio Perera Sedmay, 1979      

      Un cd de musica

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Izquierda: Edición en vídeo de la serie de dibujos animados Don Quijote de la Mancha, producida por Cruz Delgado y José   Romagosa. Barcelona, 1992  y Derecha:  CDROM con juego interactivo basado en las             aventuras de don Quijote.  Interacción Multimedia, 1995.  Obsequio de Tribuna/Banesto               

En torno a 2005. El Quijote, lectura infantil en el cuarto centenario

El año 2005 es una fecha histórica, pero, sobre todo, un símbolo.  En torno a él se desplegó una intensa actividad en relación con el Quijote en todos los niveles y ámbitos de la vida colectiva. En lo que concierne al mundo infantil y adolescente, dicha actividad se concentró de modo especial en los ámbitos escolar y editorial.

En el siglo XXI la literatura infantil ha entrado en la escuela de forma decidida y, por tanto, no se puede mantener la diferencia entre ediciones escolares y no escolares del Quijote como en el siglo anterior. La diversidad de ediciones se relaciona, sobre todo, con una especialización de productos literarios por edades, que se formula en los siguientes términos: A) El objetivo para los más pequeños no es más que mostrarles quién era don Quijote, mediante pictogramas, juegos y dibujos animados, ediciones adaptadas o sencillas aplicaciones para dispositivos electrónicos; B) Los preadolescentes pueden conocer qué hacía el hidalgo manchego viviendo algunas de sus aventuras en compañía de conocidos personajes de series infantiles y también en cómics y adaptaciones ilustradas, además de las aplicaciones que, en distintos niveles de complejidad, se dirigen a todas las edades; C)El teatro, otros cómics, adaptaciones más completas y antologías ilustradas enseñan a los adolescentes cómo era don Quijote, al ofrecerles lo esencial de la obra que escribió Cervantes; D) Por último, las ediciones íntegras, antologías y selecciones de textos con información complementaria permiten a los jóvenes conocer el sentido y alcance del gran clásico de la literatura española y universal.

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Izquierda: Adaptación de Rosa Navarro.  Ilustraciones de Francesc Rovira. Editorial Edebé, 2005 y Derecha:  Cómic de Francisco Ibáñez.  Ediciones B, 200      

Un Quijote popular

No se puede cerrar este viaje quijotesco a través del tiempo sin mencionar su presencia en todos los ámbitos de la sociedad española a través de productos paraliterarios de gran aprecio popular: pliegos de aleluyas en los primeros años, cajas de cerillas, envoltorios de caramelos, objetos coleccionables de la vida cotidiana, juegos de cartas, colecciones de libritos minúsculos de función publicitaria, y, sobre todo, las colecciones de cromos dirigidas al público infantil que recorren sin desmayo este largo siglo y medio. Estos productos han popularizado la figura de don Quijote no solo en el mundo infantil sino en toda la sociedad española a través de los siglos.

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Pliego de aleluyas con las Aventuras de don Quijote de la Mancha. Hernando, ca. 1900

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                                                                                          Izquierda: Colección de cromos con ilustraciones de Amable Leal. texto de Eduardo de Guzmán.  Madrid: Ediciones España, 1947
y Derecha:  Colección de cromos ilustrados por José Segrelles. Barcelona, 1954.
 
Obsequio de Chocolates Amatller      

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Descripción generada automáticamente con confianza mediaUn dibujo de un grupo de folletos sobre una mesa

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Baraja conmemorativa del cuarto centenario. Ilustraciones de Vicente Arnás. Asescoin, 2004

Por último …

Este somero recorrido de más de un siglo por la amplísima nómina de editores, adaptadores, ilustradores, docentes, legisladores e intelectuales implicados de una u otra forma en la tarea de difundir el Quijote entre las jóvenes generaciones indica el ingente esfuerzo de esta secular empresa social. Un esfuerzo de muchos, en circunstancias muy diversas y con resultados muy variables: porque, en el fondo, esta empresa colectiva se nos muestra como un gran monumento a la perplejidad. Del entusiasmo al compromiso obligado; del conocimiento profundo de aquello que se quiere transmitir a la ligereza irresponsable motivada por razones espurias; del amor a la indiferencia: en estos terrenos se han movido los agentes sociales en cuyas manos ha estado durante años una tarea difícil y de inciertos resultados, que todavía hoy no ha resuelto su ya longeva perplejidad. Mientras tanto, el Quijote nos sigue interpelando y lo seguirá haciendo, como aseguró Galdós en 1904, a las puertas del tercer centenario, con las palabras que cierran este resumen:

Imagen de la pantalla de un celular de un mensaje en letras negras

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Para saber más

Don Quijote para niños, ayer y hoy. Catálogo de la exposición. Madrid: Ministerio de Cultura, 2005.

 El Quijote en las aulas. Catálogo de la exposición. Madrid: Fundación Francisco Giner de los Ríos (ILE), 2005.

Lucía Megías, José Manuel (coord.) También los niños leen el Quijote. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 2007.

Montero, José y Alexia Dotras, (ed.) “Los niños la manosean, los mozos la leen”: Quijotes para la infancia y la juventud en Europa. Alcalá de Henares: Instituto de Investigación Miguel de Cervantes / Universidad de Alcalá de Henares, 2019.

Sotomayor Sáez, Mª Victoria (coord.) El Quijote para niños y jóvenes.1905-2008. Historia, análisis y documentación. Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2009.

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