Breve viaje por la lectoescritura para personas ciegas

Mireia Rodríguez Dilla - Museo Tiflológico de la ONCE

El interés y la necesidad de proporcionar a las personas ciegas el acceso a la educación y a la cultura, motivaron la realización de diversos esfuerzos que darían lugar a la creación de múltiples sistemas -especialmente en el siglo XIX- para que las personas ciegas pudieran acceder a la lectura y a la escritura, inaccesibles durante siglos para el colectivo, a consecuencia de la inexistencia de un método.

Entre dichos esfuerzos, destacan los llevados a cabo por el francés Valentin Haüy (1745-1822), quien, a finales del siglo XVIII, creó un sistema que permitía a las personas ciegas la lectura de los caracteres visuales, procedentes del alfabeto latino, mediante su impresión en altorrelieve. Asimismo, en 1784, fundó en París el Institut National des Jeunes Aveugles, primer centro educativo dirigido a personas con ceguera.

En el siglo XIX prosiguieron las labores de investigación y desarrollo en el ámbito de la enseñanza de las personas ciegas, ideándose -especialmente en los dos primeros tercios de siglo-, distintos sistemas de lectoescritura. En la misma línea que Valentin Haüy, Johann Wilhelm Klein (1765-1848), profesor del Instituto Klark de Viena, dio a conocer en 1807 su Stachelschrift -o escritura de púas-, que consistía en la escritura de letras latinas en relieve punteado; para lo que diseñó una pauta que facilitaba su escritura mediante un sistema de tipos móviles fabricados en plomo. Por su parte, en España, concretamente desde la Escuela Municipal de Ciegos de Barcelona, Pedro Llorens i Llatchós (p.m.s. XIX -1894), diseñó en 1856 un método basado en la representación de los caracteres visuales en relieve continuo.

        

Aparato Klein (a la izquierda) y Reglas de urabindad, libro de Pedro Llorens i Llatchós (a la derecha). (s. XIX). Fuente: ONCE. 

En ese mismo contexto, en Francia, Luis Braille (1809-1852), alumno y posteriormente profesor del Institut National des Jeunes Aveugles, desarrolló, a partir de 1825, un sistema basado en una matriz de seis puntos en relieve para la escritura de las letras, los signos de puntuación, los números y signos matemáticos, la música o caracteres científicos, entre otros.

Los sistemas basados en el uso de caracteres visuales en relieve resultaban complicados de escribir y de identificar táctilmente. Pese a estos inconvenientes para las personas ciegas, dichos sistemas convivieron durante décadas con el sistema braille. De hecho, este último no fue fácilmente aceptado ni difundido, debido a su gran diferencia en comparación con las letras visuales. Fue en el año 1840 cuando fue oficialmente aceptado; y, en 1878 cuando, en el Congreso Internacional celebrado en París, se promovió el sistema braille como método universal, al considerarlo la mejor opción para las personas con ceguera, por su utilidad didáctica.

Pauta de madera y plancha de surcos..         Punzón de Francisco Just i Valentí.

Pauta de madera (izquierda) y punzón (derecha). (p. s. XX). Fuente ONCE 

Entre las ventajas que el sistema braille ofrece -con respecto a los métodos basados en las letras visuales en relieve-, destaca que, en la mayoría de los casos, la lectura de los caracteres en braille es más ágil, a excepción de las situaciones en las que la persona ciega cuenta con dificultades de percepción táctil, en las cuales, la lectura resulta igualmente compleja. Asimismo, desde su creación, supuso una mejora para la escritura, siendo el proceso manual – mediante pauta o regleta y punzón- el modo más antiguo de escritura braille en papel. Las herramientas que facilitan este tipo de escritura continúan en uso actualmente, aunque sus materiales de fabricación han variado con el paso del tiempo, pasando por la madera y el metal, hasta llegar al plástico, utilizado en el presente.

Máquina picht.

Máquina Picht. (p. s. XX). Fuente: ONCE

De igual modo, también es posible la escritura braille de forma mecanizada. La primera máquina exitosa que permitió incrementar la velocidad de escritura de caracteres braille, data del año 1892; y, se debe a Frank Hall (1841-1911), superintendente del Illinois School for the Blind. Unos años más tarde, en 1899, el profesor de alumnos ciegos -de origen alemán-, Oskar Picht (1871-1945), desarrolló la primera máquina de escritura braille alemana alimentada por papel; no siendo su única aportación a este campo, pues para la década de 1930 ya había registrado nueve modelos distintos.

De nuevo en Estados Unidos, en 1951, David Abraham (1896-1978), miembro del Departamento de Artes Industriales del Perkins School for the Blind, presentó el prototipo de la máquina Perkins, todavía en uso a día de hoy.

Actualmente, y gracias a las nuevas tecnologías, existen recursos que facilitan la producción y la lectura de textos en braille, como es el caso de las impresoras braille, o las líneas braille, que permiten la lectura en caracteres braille de información procedente de un ordenador, una tableta o un smartphone.

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