Los ilustradores de la editorial Calleja

Carolina Viñarás - Universidad Complutense de Madrid

Los cuentos que publicó Saturnino Calleja bajo el sello de su editorial supusieron una revolución didáctica y recreativa sin precedentes.  En estos relatos infantiles, la imagen y el texto conformaban una sizigia comunicativa y transmisora de la fábula[1]. Tanto el lenguaje visual de la imagen como el verbal del texto confluían en la comprensión del receptor, recreando la ut pictura poesis horaciana. El propio Calleja manifestó:

“El libro ha de entrar por los ojos, como generalmente se dice; ha de hacerse simpático antes de conocerle a fondo.” 

En las primeras décadas del siglo XX, la figura del ilustrador superaba, en ocasiones, a la del autor del texto. Era algo habitual referenciar el nombre del ilustrador, mientras que el del escritor se omitía. Fueron varios los ilustradores que colaboraron con Saturnino Calleja. Se dividieron en dos grandes grupos, que se correspondían con las dos etapas de la editorial. El primer grupo realizó su labor desde la inauguración de la misma en 1876 hasta 1915. Los pertenecientes a la segunda etapa trabajaron entre 1915 y 1959. Ambos periodos suman más de cien ilustradores, sin incluir a otros muchos que permanecieron en el anonimato. En este escrito se hará referencia a los más notables.

 
Ilustración de Manuel Ángel Álvarez

En la primera etapa sobresalieron los ilustradores Manuel Ángel Álvarez (1855-1921), Narciso Méndez Bringa (1868-1933) y Manuel Pícolo (1855-1912). Sus dibujos recreaban la influencia inglesa y francesa de finales del siglo XIX, caracterizada por su clasicismo.

Las ilustraciones de Álvarez destacaron por su profundidad espacial, así como por la decoración arquitectónica con arcos y columnas que servían de escenario a un suntuoso mobiliario y a unos personajes estilizados y casi sin movimiento.

Narciso Méndez Bringa se distinguió porque sus personajes estaban dibujados y delineados al detalle y sobresalen sobre un fondo ligeramente difuso con formas inacabadas. Esto facilita la comprensión de las acciones, a la vez que los caracteres adquieren un lugar prominente en la lámina.


Ilustración de Narciso Méndez Bringa

Por su parte, Manuel Pícolo plasmó en sus ilustraciones el misterio para suscitar el interés de los lectores adolescentes, a los cuales estaban dirigidos sus dibujos.


Ilustración de Manuel Pícolo

El cambio de periodo coincidió con la muerte de Saturnino Calleja. A partir de 1915, su hijo, Rafael Calleja, toma el mando de la editorial. Esta nueva etapa fue la más fructífera, pues nuevos aires vanguardistas impregnaron las páginas de los cuentos. Los dibujos de estos artistas transformaron la ilustración infantil, con unos trazos más simplificados y un colorido vibrante que llamaba la atención de los más pequeños.

Uno de los más notables fue Salvador Bartolozzi (1882-1950) que llegaría a ser el director artístico de la editorial. Las imágenes de Bartolozzi aunaban belleza y simplicidad. Fue el creador de la nueva figura de Pinocho, un personaje que se diferenciaba de los anteriores pinochos retratados por el humor de sus viñetas, cercanas a la caricatura.


Ilustración de Salvador Bartolozzi

Por el contrario, Rafael de Penagos (1889-1954), más acostumbrado a trabajar como cartelista, trasladó la realidad de la vida a sus dibujos, los cuales adolecían de fantasía. Sin embargo, las imágenes de los cuentos que ilustró también destacaron por su encanto y por la utilización de colores vivos. Sus dibujos aparecían en prensa, publicidad, obras literarias, insuflando en España un aire nuevo a través de su obra, llena de destreza, exotismo y atrevimiento, siendo especialmente llamativa su representación de la que se denominó “mujer Penagos”, una imagen femenina dotada de gran vigor, sed de aventura, elegancia y diversión.


Ilustración de Salgari

Federico Ribas Montenegro (1890-1952) fue otro de los ilustradores más conocidos de la época. Nacido en Vigo, se hizo famoso por sus anuncios de los productos de la Perfumería Gal y sus ilustraciones para numerosas publicaciones, como Blanco y Negro, La Esfera, Buen Humor, Aire Libre, Lecturas y Crónica. La editorial Calleja le contrató también para ilustrar muchos de sus cuentos y libros de texto. Sus dibujos se caracterizan por unas formas redondeadas, tiernas, con trazos muy bien definidos con los cuales captura la magia de los cuentos al tiempo que los dota de un aire de modernidad.

Texto

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Ilustración de Federico Ribas

Las ilustraciones de José Zamora (1892-1971) sobresalieron por su sofisticación y sus tintes barrocos. En contraposición a este clasicismo, se podían apreciar formas sencillas, y, en ocasiones, una cierta caricaturización de los personajes.


Ilustración de José Zamora

Fernando Marco (1885-1965) fue otro artista innovador que pasó por la editorial Calleja. Ilustrador, historietista y pionero del cine de animación en España, trabajó en la colección Cuentos de Calleja en colores. Aquí ilustra, por ejemplo, el cuento de Edith Nesbit Pensión para princesas reales (1919) y la edición completa de Platero y yo (1917). Su estilo se caracteriza por una línea limpia y la introducción del decorativismo del art nouveau.

Un dibujo de una persona

Descripción generada automáticamente con confianza mediaUn dibujo de un perro

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A la izquierda, ilustración de Fernando Marco para el cuento de Nesbit Pensión para Princesas Reales (1919); a la derecha, ilustración de Fernando Marco para la primera edición de Platero y yo (1914)

En suma, la visualidad que ofrecían los cuentos ilustrados de Calleja permitió a los más pequeños que comprendiesen y configurasen la narración, a la vez que se familiarizaban con situaciones cotidianas y conocían las diferentes emociones. Saturnino Calleja “instruyó deleitando” a muchas generaciones de niños, haciendo suya la máxima prodesse et delectare del poeta clásico Horacio.

Para saber más

Albizua Huarte, E. (1984): “Los cuentos de Calleja cumplen cien años”. ABC. 27/05/1984.

García Padrino, J. (1992). Libros y Literatura para niños en la España contemporánea. Madrid. Fundación Germán Sánchez Ruipérez.

García Padrino, J. Formas y colores. La ilustración infantil en España. Cuenca: Ediciones UCLM, 2004.

Lozano Bartolozzi, M. M. (2023). “La labor del ilustrador, una actividad transversal de complicidades ajenas. Su confluencia en Salvador Bartolozzi”. González Moreno, F. y Jaquero Esparcia, A. (Ed.). Granada. Comares.

Urdiales Valiente, A. (2005). Creatividad y comunicación de la ilustración infantil en la narrativa en castellano (1900-1936) (Tesis Doctoral). Madrid, Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. [En línea] http://www.eprints.ucm.es/7277/1/T28332.pdf

Enlaces de interés


[1] Se entiende fábula con el tercer significado que recoge la RAE: “En las obras de ficción, trama argumental”.