Enrique J. Díez Gutiérrez - Universidad de León
Me quedé atónito cuando fui con mi alumnado universitario a ver “El silencio de los otros”, documental ganador del premio Goya, pero no por cómo describía la dictadura franquista, sino porque parte de mi alumnado comentó al salir de la proyección: “Nadie nos había explicado nada de esto”. Algo que también ha comentado la directora del documental.
El olvido de la memoria histórica democrática en los contenidos escolares y en las lecturas más habituales de los jóvenes ha supuesto que las generaciones que han llegado a su etapa adulta carezcan de una formación sólida sobre lo que supuso la dictadura franquista… y la lucha antifranquista que se mantuvo frente a ella.
Tantas personas, tantos gustos y colores
Este es un ejemplo significativo de lo que supone incluir o no determinados contenidos en el currículum escolar o priorizarlos en las lecturas recomendadas o que se publicitan con mayor difusión por parte de las bibliotecas públicas y los medios de comunicación. No olvidemos que la escuela es el único momento de las vidas de buena parte de la población en que ésta tiene contacto directo con el conocimiento académico y que la lectura es una forma de ampliar la mira sobre la realidad que va más allá del horizonte cotidiano en el que uno se ve abocado a vivir.
En la escuela, los manuales escolares y los libros de texto han sido a lo largo de la historia y siguen siendo (aún hoy, en plena era digital) el dispositivo didáctico que hegemoniza el conocimiento en las aulas. Han dominado y siguen dominando el currículum escolar. La mayor parte del tiempo escolar, tanto del alumnado como del profesorado, se ha centrado y se sigue centrando en torno a ellos. Son los contenidos de estos manuales los que transmiten valores y visiones del mundo y de lo que está bien y lo que está mal, quién se considera un héroe y quién un terrorista, un santo y un hereje, quién pasa a los libros de historia y quien es olvidado y silenciado.
El conocimiento se construye en la mente humana durante toda la vida
En el ocio y el tiempo libre, por desgracia, las lecturas pausadas y serenas, reflexivas y analíticas, van sucumbiendo a las series de Netflix, a los vídeos de YouTube y a las entrecortadas discusiones en Twitter o WhatsApp. Los valores sociales que se imponen a través de estos medios masivos, hoy invasivos, responden a la ideología actual dominante.
El filósofo Antonio Gramsci explicaba cómo la clase dominante ejerce su poder no sólo por la coacción, sino mediante la hegemonía cultural que utiliza los mecanismos del Estado a su servicio, para imponer su visión del mundo a la clase dominada. La mayor parte de los manuales escolares, la industria cultural y literaria y los grandes medios de comunicación masivo (desde los periódicos a ChatGPT, pasando por la televisión, los videojuegos o las redes sociales) han sido y son una de las herramientas clave en este sentido.
Dime qué has leído y te diré qué eres
Esto es clave para entender la importancia y trascendencia del uso de los manuales escolares y libros de texto, de los libros de lectura, de los medios de comunicación social, pues los contenidos seleccionados en ellos reflejan una determinada visión de la historia, de la economía, de la sociedad, de la vida y del mundo teñida por la ideología, los intereses y la visión de la clase dominante en cada momento histórico, que son quienes los utilizan para transmitir a las futuras generaciones sus valores y su cosmovisión.
Es indudable que la escuela actual, la literatura y los medios de comunicación cumplen una función clave en la reproducción de la vida social y en la distribución del poder, que tiende a inculcar, reproducir y crear hábitos legitimadores de las estructuras clasistas y de las formas de poder dominantes, cada vez más interiorizadas “voluntariamente” por la propia sociedad, que considera el statu quo como el agua para el pez, es decir, el medio natural y normalizado de ecosistema en el que vivir, sin imaginar mayoritariamente que hay otras formas y posibilidades.
El conocimiento imparcial que se adquiere mediante las lecturas tiene una clave para la adquisición de valores cívicos como la paz
Sin embargo, es esperanzador reconocer que tanto las escuelas, como la literatura y los medios son igualmente espacios sociales en disputa, atravesados por resistencias que permiten cuestionar los intereses materiales e ideológicos de la sociedad dominante, y que también pueden, y algunos lo están haciendo, desarrollar prácticas alternativas emancipadoras.
La lectura crítica, más allá de la escuela y los medios de comunicación y redes sociales, es un momento y una oportunidad en este sentido. Aventurarse en otras visiones más allá del conocimiento académico establecido y “enlatado” que se nos ofrece como estudiantes en la escuela; imaginar estrategias y mundos no regidos por la exclusión, la discriminación y la competitividad feroz que nos ofrecen los medios tradicionales; salir de la lectura “bestseleriana” de obras comerciales y masivas que se producen industrialmente. Quizás es hora de empezar a mirar por encima del horizonte que nos han marcado. Necesitamos lectores y lectoras con capacidad crítica que no repitan lo dictado por el establishment (o por ChatGPT) y sean capaces de ir más allá. Podemos ser creadores de un mundo regido realmente por aquellos valores de los que una vez nos dotamos y que han quedado en “agua de borrajas”: los derechos humanos y la ecología. Esos valores sociales que permitan a la especie humana salirse de esta espiral histórica de destrucción y barbarie que en gran medida hemos construido contra nuestros hermanos y hermanas y contra nuestro planeta, el único que tenemos.
Para saber más
Gramsci, A. (1981). Cuadernos de la cárcel (vol. 2). México: Era.
Martínez, J., y Rodríguez, J. (2010). El currículum y el libro de texto escolar. Una dialéctica siempre abierta. En J. Gimeno. (Comp.). Saberes e incertidumbres sobre el currículum (pp. 246-268). Morata.
Ossenbach, G. (2010). Manuales escolares y patrimonio histórico-educativo. Educatio siglo XXI, 28(2), 115-132.
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